sábado, 29 de agosto de 2015

El ejemplo de política económica para la izquierda está más en Gipuzkoa que en Grecia y se necesitan propuestas y su unidad

Como persona que se considera de izquierdas, nunca he entendido que los distintos partidos que se adjudican esa ideología hayan tomado Grecia y Syriza como ejemplos para un nuevo modelo que ha resultado imposible de materializar por su dependencia económica del resto de Europa.

Veo las tertulias de las cadenas españolas y me da pena la falta de propuestas de los representantes de los partidos de izquierdas en el ámbito económico, que se reducen a atacar lo que se llaman políticas de austeridad y a pedir un gasto mayor de los Estados, lo que implica endeudarse más.

Yo creo que hay propuestas que desde la izquierda se pueden hacer para conseguir otro modelo más justo y solidario. Hay principios muy simples. Cuando alguien quiere gastar más de lo que ingresa tiene que aceptar las condiciones de los que le prestan el dinero, pagar los intereses y devolverlo en los términos que establece el acreedor. 

Endeudarse más implica destinar más dinero a intereses y a la deuda financiera y condicionar la política de cada gobierno a las condiciones que le marquen los especuladores que prestan dinero para sacar beneficio con ello, que difícilmente van a apoyar políticas de izquierda.

Por eso la izquierda no debería defender políticas que lleven al progresivo endeudamiento, sino intentar gastar lo que se ingresa para poder desarrollar sus políticas sin que los grandes especuladores les pongan condiciones.

Lo que debería hacer la izquierda es, bajo esa premisa, proponer desde las instituciones públicas políticas sociales que tengan como primer objetivo dotar a toda la población de un mínimo nivel de vida, que todas las personas de una determinada edad tengan un mínimo de ingresos a través de prestaciones y pensiones, lo que además aumentaría el consumo interno y reduciría el paro, cubrir todas las necesidades de sanidad y educación y fomentar políticas de empleo para que el trabajo sea casi un derecho al que puedan acceder todos los ciudadanos.

Y para ello la izquierda debería impulsar desde las instituciones otro modelo de reparto de trabajo en el que se dedique más tiempo –el mayor bien y el más limitado para el ser humano– a disfrutar y menos a trabajar.

La reforma laboral del PP lo que ha buscado es que la gente cobre menos y trabaje lo mismo o más o que se cree empleo temporal en condiciones precarias. Lo llaman mejorar la competitividad. También busca que monitores o entrenadores de niños sean dados de alta en la Seguridad Social con ingresos que pueden ser de 100 euros mensuales para de manera ficticia aumentar el número de personas que cotizan y reducir el número de parados.

La alternativa desde la izquierda, si no hay trabajo para todos, es cobrar menos y ganar menos y disponer de más tiempo para el ocio y para la familia, lo que reduciría el paro y aumentaría el nivel de vida y la productividad de cada trabajador. Países como Holanda, Dinamarca o Alemania son los que tienen una media de jornada laboral más baja, un índice menor de paro y un nivel de vida más alto. 

Por ejemplo se podía proponer a aquellas personas que tienen unos ingresos superiores a los 1.600 euros mensuales y se lo pueden permitir una reducción voluntaria de su jornada de trabajo hasta un máximo del 50% y asumir el Estado la parte de cotización del 50% al que renuncia con la condición de que otra persona cobre el 50% restante y cotice por ese porcentaje. 

Incluso se podría promover que el trabajador, público y privado, que se acoja a esta medida, pueda elegir la persona con la que compartirá el trabajo y que un trabajador pueda designar a su pareja, un hijo, un familiar o un amigo que lo necesite y esté capacitado para desarrollarlo. 

Reducir la jornada laboral a la mitad de los que puedan y quieran hacerlo permitiría reducir el paro y aumentar el nivel de vida de toda la población, que destinaría más dinero al ocio y que todo lo que ingrese lo va a gastar cerca de casa, lo que revitalizaría la economía. Además debería apoyar a los sectores y empresas con problemas con la condición de mantener los puestos de trabajo.

Para poder destinar dinero a estas políticas, la izquierda debería reducir los gastos en aquellas materias que no van dirigidas a esos objetivos. Negarse por sistema a los recortes es dar por bueno todos los gastos de las políticas de la derecha y de la autodenominada socialdemocracia que han llevado a las instituciones públicas y a la sociedad a una grave crisis. 

Oponerse a los recortes es dar por buenos los sueldos de políticos y asesores, las ayudas a los bancos y los grandes proyectos basados en el cemento con sus consiguientes comisiones y las políticas que favorecen a los que apoyan esos partidos.

Porque la corrupción que tanto se quiere combatir nace en este tipo de políticas que impulsan grandes proyectos con el retorno en forma de comisiones ilegales de un porcentaje de gasto público a sus recaudadores y a las arcas de los partidos que las adjudican. Y cuanto más gastan más ingresan, por eso se ha despilfarrado tanto con un descontrol absoluto en el gasto público.

Para evitar la corrupción basta con reducir el gasto público en esas grandes inversiones de cemento y establecer concursos públicos mediante subastas en la que los interesados en realizar una obra pública pujen a la baja hasta que se la adjudique el que menos esté dispuesto a cobrar por ella.

Evitar la corrupción pasa por establecer pliegos de condiciones en los que se detalle hasta el último gasto y la calidad de cada pieza que se va utilizar en una obra para impedir los sobrecostes. 

Asi nadie destinará dinero a sobornar al que adjudica la obra, sino que tendrá que pelear por ganarla rebajando al máximo lo que pretende cobrar, lo que no solo acabará con la corrupción, también permitirá que todas las obras cuesten menos a las instituciones.

Además resulta curioso que desde que Podemos ha alcanzado cotas de poder dejen de divulgarse en las redes sociales que lo han catapultado denuncias por la cantidad de cargos públicos y asesores y por sus sueldos. 

Su planteamiento de que los cargos públicos no puedan cobrar más del triple del Salario Mínimo Interprofesional, lo que equivaldría a 27.240 euros anuales, ha quedado en el olvido cuando es lo que reclama la ciudadanía. 

A la hora de recortar gastos los políticos deben dar ejemplo. Que ningún cargo público, y ningún funcionario, cobrara más de esos 27.000 euros anuales brutos podría ser un planteamiento asumido por la mayor parte de la ciudadanía y por toda la izquierda, que también debería abogar y, no solo por ideología, por la supresión de cargos públicos y de instituciones como la Monarquía y el Senado. 

Como en Euskal Herria la izquierda debería solicitar la marcha de la Guardia Civil y la Policía para que deje de tener el porcentaje más alto de policías por habitantes, con sus altos sueldos, sus pluses por peligrosidad –cuando los peligrosos son ellos porque son los únicos que tienen y utilizan armas– y todos los gastos de vivienda, vehículos blindados, armas y equipación que los convierten en los funcionarios que tienen un coste más alto para las arcas públicas.

Porque sí es necesario recortar gastos que no van dirigidos a cubrir las necesidades sociales de la población y a fomentar políticas de empleo. Y los propios funcionarios y los sindicatos deberían ser los primeros que se marcaran eso como objetivo porque son los que mejor conocen cada departamento. 

Que a pocos meses de las elecciones sea el Gobierno del PP el que proponga recortar gastos de desplazamientos de algunos directivos públicos y los coches oficiales y que se comuniquen por videoconferencia es un ejemplo de que ese tipo de medidas son las que reclama la ciudadanía.

Hay infinidad de gastos de las instituciones que no van destinados a las prioridades que debería marcarse la izquierda y a la activación de la economía que pueden ser recortados.

Habría que recortar en aquellos productos que se importan y en gastos energéticos, que se llevan una parte muy importante en los presupuestos de cualquier institución. Esta semana se publicaba que el Estado español es el que más gasta en iluminación pública de toda Europa.

Reducir los desplazamientos de funcionarios, eliminar la iluminación en vías interurbanas, en lugares por los que nadie transita y poner el aire acondicionado un par de grados más en verano y menos en invierno en todos los lugares públicos, incluidos los transportes, supondría un gran ahorro y una mejora en la salud de la población y en el medio ambiente.

Y además de reducir los gastos públicos que no van destinados a cubrir las necesidades sociales de población y a fomentar políticas de empleo es necesario aumentar los ingresos y bajar el impuesto al consumo, el IVA, y el IRPF.

Desde la izquierda se debe buscar que paguen más impuestos los que más dinero ganan y no aumentarlos en el consumo de productos básicos como ha hecho la derecha y piden las instituciones europeas, lo que frena una economía. Tampoco aumentar lo que paga un trabajador o un autónomo, lo que dificulta la creación de empleo. 

Pero además, desde el momento en que se consiga que toda la población tenga unos ingresos mínimos y que baje el IVA y el IRPF, también se podría pagar algo por todos los servicios públicos para poder mantenerlos, aunque sean precios simbólicos y en función de su utilización y de sus ingresos. 

¿Por qué no se puede pagar dos euros por ir al médico de manera puntual o por unos medicamentos que ahora se dan gratis y sí por coger un autobús? ¿Por que no se puede pagar 20 euros por la necesidad de utilizar una ambulancia de manera esporádica? ¿Por qué no se pueden pagar 30 euros por una operación y 20 por la primera noche que se pasa en un hospital? En Francia, con un gobierno que se dice de izquierdas, hay que tener un seguro privado que cuesta mucho más que cubra los gastos de sanidad públicos.

Hay un mal uso de los servicios sanitarios en muchos casos. Ahora se llama al 112 y a una ambulancia para acudir a una revisión al médico cuando se puede ir en un vehículo particular sin problemas o porque un chaval se ha emborrachado y se le lleva y se le tiene en un centro hospitalario hasta que se le pasa la caraja. Cantidad de medicamentos, la mayoría de ellos importados, se tiran a la basura sin utilizarlos. Si hubiera que pagar algo por ellos los malos hábitos se reducirían.

¿Por qué se pagan en muchos centros escolares públicos más dinero por las excursiones que por las matrículas? Pagar algo por la utilización de los servicios públicos ayudaría a sostenerlos y mejorarlos.

Lo mismo pasa en las carreteras. Uno cruza los Pirineos y no encuentra ninguna vía de doble carril gratuita y los franceses hacen el recorrido inverso y pueden recorrer 1.000 kilómetros por autovías sin pagar peajes. 

Es mejor establecer en las autovías peajes simbólicos. No es mucho, por ejemplo, pagar tres euros por ir de Donostia a Iruñea o a Gasteiz por autovía de manera ocasional y establecer un peaje máximo de 25 euros al mes para los transportistas o los que se desplacen con asiduidad por esas autovías que ahora no son de peaje.

Eso dejaría unos grandes ingresos de los vehículos procedentes del Norte de Europa que atrevíesan nuestras carreteras y solo dejan contaminación y deterioro. Mejor recaudar así que no con multas y con impuestos que solo pagamos los ciudadanos vascos.

Defender los servicios públicos y el bienestar de toda la población pasa por estas medidas y otras que seguro que son mejores y busquen los mismos objetivos. Pero desde la izquierda no se escuchan este tipo de propuestas necesarias para desarrollar una sociedad mejor para toda la población.

El único Gobierno que ha tomado algunas de ellas, dentro de sus competencias, ha sido el de EH Bildu en Gipuzkoa, con recortes en los sueldos de sus representantes públicos, una nueva política fiscal para que paguen más lo que más tienen, una propuesta para poner peajes en Etxegarate que ahora quieren retomar los que entonces la boicotearon y unos presupuestos en los que se han recortado los gastos en grandes proyectos de cemento y se han ampliado los gastos sociales mejorando la situación económica de las instituciones en las que ha gobernado.

Por eso es difícil de entender cómo la propia izquierda abertzale se ha puesto el ejemplo en términos económicos –en lo social se ha fallado– de Grecia y no el de Gipuzkoa, que es completamente diferente. Si algo ha demostrado Grecia es que endeudarse ha arruinado a su sociedad y le ha obligado a aceptar las condiciones de los que le dejan dinero para que paguen sus deudas, les sigan comprando armas y munición para su megaejército y siga empobreciéndose.

En Gipuzkoa se ha gestionado en el plano económico de otra manera, incluso reduciendo la deuda de las instituciones, sin que se hayan recortado las prioridades que debe marcarse un gobierno de izquierdas. Y curiosamente se ha acabado ese gobierno, al margen de los errores en lo social y de la campaña de los medios de comunicación para devolver al PNV al gobierno, por la división en la izquierda. 

Entre EH Bildu, Podemos e Irabazi sumaron en las Juntas Generales de Gipuzkoa 154.688 votos, más que el PNV (112.933) y más que lo que sumaron en 2011 entre EH BIldu e Irabazi (148.606).

Porque tampoco el castigo al Gobierno de EH Bildu ha sido tan duro, simplemente ha aparecido un partido político que ha dividido el voto de izquierda y el PNV ha recibido los que ha perdido el PP –todo queda en la derecha– y de aquellos que no votaron hace cuatro años o votaron a la izquierda abertzale tras el anuncio de ETA del abandono de la lucha armada y se han movilizado o han cambiado el voto por el Puerta a Puerta. 

Por eso la unión entre las fuerzas de izquierda en Euskal Herria que se busca es un buen camino para demostrar que se puede gobernar de otra manera, aunque lo ideal es que el PNV se uniera a la izquierda como ha hecho CIU en Catalunya para reclamar un nuevo status. 


Porque si la mejor manera de gobernar es no endeudarse para que desde fuera no te pongan las condiciones, también lo es que las políticas para los vascos no se decidan desde Madrid.

jueves, 20 de agosto de 2015

Bienvenida sea una apuesta fuerte por Illarramendi si salen jugadores cuyas fichas no se corresponden con su rendimiento

Leo hoy en DV que la Real va a pagar dinero por la cesión de un portero suplente en el Granada para que acompañe a Rulli y en MD que, a dos días del inicio de la Liga, se plantea abordar el fichaje de Asier Illarramendi y la salida de jugadores como Granero, Canales y Chory Castro.

La Real lleva una línea equivocada desde que en enero de 2014 ficha por 3,5 millones y con una ficha muy alta a un Sergio Canales que no jugaba en un equipo clasificado por detrás. Por ello, dos operaciones que en condiciones normales no deberían plantearse pueden ser positivas si sirven para devolver al club al carril adecuado y para poner fin a la alegría con la que se ha manejado en el mercado como un grande cuando no lo es.

Ecónomicamente esas dos opciones que se plantean hoy van en contra de la línea que debería seguir la Real porque además cuesta creer que se encuentren buenos destinos para jugadores como Granero, Canales o Chory Castro. MD dice que se abordará un traspaso de Illarramendi si salen, pero es difícil que tengan ofertas porque cobran tres de las fichas más altas de la plantilla. Es decir, la Real no recibiría nada e incluso tendría que pagar también parte de sus fichas para que se vayan. Y aún así no será fácil que salgan.

Pero igual hasta es bueno que se cometa esta locura y las arcas de la Real se vacíen para volver a ser lo que era este club en materia de fichajes hasta que se clasifica para la Champions. Más si realmente salen jugadores cuyo rendimiento no está al nivel de lo que cobran y si Asier Illarramendi realmente quiere venir y lo hace motivado.

El mutrikuarra es el tipo de jugador que necesita el equipo blanquiazul. Moyes se marcó como prioridades dos atacantes y un defensa, pero el problema principal está en el centro del campo. Además es la única inversión de todas las que ha realizado el Consejo en los últimos años que estaría justificada si se paga la mitad de lo que se ingresó por él en 2013. A sus 25 años Illarramendi tiene mucho recorrido por delante y puede dar al equipo el equilibrio que le falta.

Si sirve para poner punto y final a dos años de desvaríos, bienvenida sea una inversión que jamás debería plantearse la Real en condiciones normales. Siempre que eso no impida abordar las renovaciones de todos los jugadores de cantera importantes que acaban contrato en 2016 y 2017. Porque se da por hecho que con la venta centralizada de los derechos de televisión todos los equipos van a ingresar mucho más, pero ninguno gasta más que otros años en fichajes…


En la portería la incorporación de Oier Olazabal sería un parche de un año a un problema por acceder a la salida de Bravo el pasado verano, no atreverse a fichar a Riesgo ni a Olazabal, que también fue ofrecido, y no renovar a tiempo a Zubikarai cuando empezaba como titular la pasada temporada. 

martes, 18 de agosto de 2015

Una reflexión sobre la falta de respeto en twitter, la rivalidad deportiva Real-Athletic y la cantera

A pesar de tener bloqueados a centenares de personas que no muestran el respeto mínimo que se debe tener en twitter, he recibido amenazas e insultos por esta vía por felicitar a los aficionados del Athletic y especialmente a un jugador que sufríó lo más duro que puede vivir un realista, ser pitado en Anoeta por algunos antes incluso de salir al campo y que en su primer mes en el Athletic ha ganado un título en el campo al salir como primer recambio en el Camp Nou.

Más que las amenazas me preocupa que haya aficionados de la Real que consideren que felicitar a Elustondo es una provocación. Yo quiero lo mejor para todos los realistas que salen sin que el club quiera que sigan y, en el caso del beasaindarra, con más motivo porque ha tenido que dejar la Real en contra de su voluntad. la de los técnicos y la del Consejo porque se había creado una situación alrededor suyo insoportable para él.

Por eso quiero lo mejor para Elustondo, como para Gaztañaga, Pablo Hervías, Marco Sangalli, Javi Ros, Errasti, Iker Hernández, Arrasate y todos aquellos jugadores y entrenadores que han mamado la Real desde niños y no pueden estar ahora en su club. Y los felicitaré a todos ellos cuando consigan éxitos y que alguien pueda considerar eso una provocación deja en evidencia un carácter intolerante que debe preocupar al que piensa así.

No conozco lo que pasa en las redes sociales en los entornos de otros clubes, pero en el realista al menos lo realmente preocupante es que la gente no admita y no respete las opiniones y las ideas futbolísticas de otras personas. Me consta que en el entorno de la Real muchos no escriben lo que realmente piensan para evitar recibir todo tipo de insultos, descalificaciones y amenazas de una minoría. 

Eso provoca que la corriente que crean estas personas que no respetan lo que piensen otros pueda parecer más numerosa de lo que es en realidad. De la misma manera que se escucha más en Anoeta a mil personas que pitan que a 20.000 que no lo hacen, se lee más la opinión y las descalificaciones e insultos de los que escriben que de los que no lo hacen, con el daño que hace a la Real que los medios recojan por ejemplos los insultos a Vela tras su tweet del viernes. 

Por ello creo que todos los aficionados de la Real debemos opinar libremente, decir lo que queramos sin faltar el respeto a los demás y defender lo que entendamos mejor para nuestro club y que esas opiniones deben ser respetadas.

Entiendo que el fútbol es sentimiento y pasión, pero es ante todo un deporte, y la crispación, el odio hacia las personas y la división entre vascos va en contra de la naturaleza de una actividad deportiva y social que debe generar felicidad y unión.

Entiendo y comparto que los aficionados de la Real quieran que pierda el Athletic como rival deportivo que es. Yo también quería que el Barcelona ganara la Supercopa española, como quería que ganara al Sevilla la europea como quiero que el club azulgrana y el Real Madrid ganen todos los partidos en competiciones españolas que no jueguen contra la Real y el Eibar. 

Pero no porque éstos equipos me generen una simpatía, todo lo contrario, o por un sentimiento hostil ante los rivales directos, sino porque entiendo como guipuzcoano, que para la Real y el Eibar lo mejor es que los grandes que no estén en su Liga quiten los puntos y los títulos a los rivales de los dos equipos de nuestro territorio.

Por eso quería que el Athletic perdiera la Supercopa, porque ganarla le ha dado un impulso anímico que le refuerza y eso perjudica a la Real. Pero de la misma manera quiero que pase la previa de la Europa League y juegue la fase de grupos o llegue hasta las semifinales de Copa porque entiendo que si los equipos que tienen más presupuesto que la Real juegan dos partidos a la semana hasta enero las posibilidades blanquiazules de jugar en Europa la próxima temporada son mayores.

Pero una cosa es desear que pierda un rival directo y otra no felicitarle y reconocer su mérito y que en los últimos años en el primer equipo y en más en la política de cantera ahora hace las cosas mejor que la Real. 

Y dentro de esa rivalidad deportiva sana que debe existir entre Real y Athletic, los aficionados blanquiazules y los que forman el club deben entender que algo se hará mejor en Lezama cuando el primer equipo en los dos últimos años ha quedado cuarto y séptimo en Liga y ha jugado una final de Copa. Y el filial ha jugado el play off y ha subido a Segunda. Y ahora ha ganado la Supercopa con una primera plantilla de 24 jugadores de los que solo cuatro, De Marcos, Balenziaga, Elustondo y Viguera, no han pasado por su cantera. Mientras, la Real ha quedado en los dos últimos años séptima y duodécima y su filial ha estado en la segunda mitad de la Segunda B.

El éxito y la fuerza del Athletic estos últimos años está en lo mismo que le ha dado éxitos a la Real, su cantera. Es verdad que el Athletic ha tenido que recurrir en mayor medida a su cantera porque se han ido jugadores importantes y no ha podido fichar a los mejores vascos y a Griezmann a pesar de intentarlo, pero también que la última hornada de la Real ha tenido su oportunidad gracias a su crisis económica que le obligaba a jugar con los jugadores que tenía en casa en Segunda con la entidad en Ley Concursal por su despilfarro en fichajes foráneos.

Hasta estos años entre los dos equipos había más jugadores guipuzcoanos que vizcaínos a pesar de tener la mitad de la población. Ahora esa tendencia se ha invertido y hay trece vizcaínos y once guipuzcoanos, a la espera de lo que pase con Bardaji.

En la temporada 2012-13, en la que la Real acaba cuarta y el Athletic duodécimo, entre los dos tenían doce guipuzcoanos y diez vizcaínos. Desde ese año la Real pierde a jugadores importantes como Illarramendi, Griezmann y Bravo y ha fichado a nueve extranjeros que están ahora a las órdenes de Moyes, que solo cuenta con dos incorporaciones que no estaban en el primer equipo en el año del cuarto puesto y que han pasado por la cantera, Zaldua y Yuri, que solo estuvo un año en Zubieta, 

El Athletic ha perdido a jugadores importantes como Javi Martínez, Llorente, Amorebieta, Herrera e Iraola y en los tres últimos veranos ha incorporado once jugadores que han pasado por su cantera, en los casos de Beñat, Mikel Rico y Kike Sola previo pago de traspaso. Solo ha fichado dos que no han pasado por Lezama, Elustondo y Viguera, porque no ha podido fichar a más a pesar de intentarlo.

Se demuestra en los dos casos que la necesidad de recurrir a la cantera se ha convertido en una virtud, porque no es que ahora a Lezama acudan más jugadores de calidad que a Zubieta. Por ejemplo, antes el Athletic ganaba siempre la Liga Vasca cadete y desde hace unos años es la Real la que domina la primera competición en la que se enfrentan los dos clubes, como domina también la División de Honor juvenil.

Sin embargo, al margen de que se haya cerrado las puertas a la cantera con fichajes, se puede pensar que también algo falla en la Real si antes sus jugadores de la cantera eran superados en cadetes y juveniles y luego progresaban mejor y llegaban en mayor número a Primera. 

Aunque eso se debía fundamentalmente a que era más fácil llegar a la Real para un canterano que al Athletic, quizás también influya que se ha cambiado el perfil de futbolista que se busca en las dos canteras. 

Quizás la Real prima ahora demasiado la calidad técnica, se buscan jugones para los equipos formativos, sin dar tanta importancia al carácter competitivo y al físico. Y quizás no es positiva la línea que se lleva con en el Sanse, que no consigue competir con los mejores desde que jugó el play-off de ascenso a Segunda en la temporada 2005-06. 

Se apuesta en el Sanse por equipos demasiado jóvenes y poco competitivos y se fichan jugadores extranjeros que no aportan mientras que el Athletic lleva a cabo una política muy agresiva, ficha muchos jugadores vascos para el Bilbao Athletic y el Baskonia –por ejemplo este año ha fichado tres juveniles del Antiguoko–, incluso algunos que han recibido la baja en la Real. Y de la cantidad salen jugadores con un perfil más competitivo de los que salían antes de Lezama.

Es ahí donde, dentro de la rivalidad deportiva entre dos clubes, debe competir la Real, que tiene que evitar que los jugadores guipuzcoanos se vayan a Lezama e intentar atraer además a los chavales de más calidad, y más competitivos, de los territorios cercanos. 

Y, cuando pueda, fichar jugadores vascos que no estén en su cantera. Desde que llegó Mikel Arteta en 2004 la Real solo ha fichado a Morgado por 750.000 euros en 2008, el doble de lo que el Athletic pagó al mismo club por De Marcos al año siguiente, y solo 250.000 euros menos del precio que puso también Badiola entonces al Athletic por Balenciaga. 

Desde la Real se quejan de la capacidad económica del Athletic, pero en estos tres últimos veranos Urrutia ha pagado menos dinero por traspasos, porque no ha podido fichar a los mejores que ha buscado, y las fichas que ha firmado el Consejo blanquiazul a algunos de sus jugadores son muy altas. 

Pero lo primero que debe hacer la Real es renovar a sus mejores jugadores. Desde 2013, de sus jugadores de cantera del primer equipo más importantes solo ha renovado a dos, a Rubén Pardo y Joseba Zaldua, los únicos firmados hasta 2018 junto a Imanol Agirretxe. Markel Bergara acaba su contrato en 2016, Iñigo Martínez, Xabi Prieto y David Zurutuza en 2017. 

El año pasado no renovó a Elustondo y Zubikarai a comienzo de temporada, cuando hubiera sido factible porque los dos empezaban como titulares su último año de contrato, y al final de temporada los dos rechazaron la oferta de renovación descontentos con la situación en la que estaban en el club. Todos, club y entorno, deberían esforzarse por conseguir que los jugadores realistas estén contentos en su club y renueven a tiempo.

En eso el Athletic también le ha cogido ventaja en las últimas temporadas. Parecía que la decisión de Urrutia de negarse a negociar la cláusula de rescisión iba a dificultar las renovaciones de jugadores que no querrían encerrarse en una cárcel con barrotes rojos y blancos. Pero todos los jugadores menos los tres veteranos que tienen 34 años –Gurpegi, Aduriz e Iraizoz– tienen contrato al menos hasta 2017 y doce al menos hasta 2018.

Y esa firmeza de Urrutia que yo mismo entendía que iba a ser perjudicial para el Athletic se ha convertido en un acierto porque ningún equipo se molesta siquiera a llamar para negociar por un jugador importante. Sabe que o paga la cláusula o no tiene nada que hacer. Y eso tiene un efecto disuasorio y todos lo asumen y no se generan situaciones problemáticas.

Si la Real hubiera mantenido esa misma actitud, el Barcelona no habría pensado en Bravo y se habría ahorrado el problema que tiene ahora en la portería y el que puede tener si a Vela o a cualquier jugador se encapricha ahora con irse después de haber forzado a Aperribay a pagar otros once para reficharlo,

Pero no solo son importantes los jugadores, también los entrenadores. El Athletic tiene un gran entrenador en el primer equipo como Valverde y otro en el filial con Ziganda, que hablaba de que los jugadores que subieron a Segunda tienen un sello Athletic. Nadie habla en Zubieta de un sello Real.

Dos ex jugadores que conocen el Athletic. que asumen su filosofía y sus limitaciones, y que han sacado el máximo rendimiento a sus equipos. Mientras Moyes intenta convencer de que es mejor una Real en Champions con pocos canteranos que una en el puesto catorce con muchos cuando fue cuarta en la temporada 2012-13 con 16 canteranos, ocho titulares, y bajó a Segunda con 15 extranjeros en la 2006-07.


Por eso los aficionados de la Real no tienen que molestarse porque un jugador o un periodista felicite o reconozca el mérito del Athletic, sino hacer todo lo posible e impulsar a los consejeros y técnicos para que, dentro de una rivalidad deportiva, su club sea mejor que el rival. Y para eso lo primero es convencer a todos los jugadores de que lo mejor para ellos es jugar en la Real y hacer de este club el ideal para los jóvenes y tener técnicos que confíen en ellos.

jueves, 13 de agosto de 2015

La necesidad de tener un equipo profesional continental vasco

Estreno este blog para explicar las opiniones que trasmití ayer en twitter tras ver la satisfacción de los integrantes de la Fundación Euskadi por el doblete de Mikel Aristi y Mikel Iturria en la última etapa y la general de la Vuelta a Toledo un año después de que la Fundación Euskadi tomara la decisión de dar un paso atrás para ser el mejor equipo élite y sub'23 en lugar de seguir en malas condiciones en la categoría continental.

Comparto que la decisión ha sido acertada porque sus corredores han competido en mejores condiciones y han disfrutado más este año que el anterior y lo comparaba, quizás equivocadamente, con lo escrito por un corredor del Murias Taldea, que trasmitía en twitter su pena porque ahora no podía tener continuidad su punto de forma alcanzado en Burgos por falta de carreras en las próximas semanas. Desde el equipo continental vasco, y ese mismo corredor y sus compañeros, defendían el calendario, que ha sido muy amplio en su primer año en la categoría, y que es mejor correr en un continental que en un élite y sub'23,

Mi opinión es que, pese a ser muy amplio para un debutante en la categoría, el calendario del Murias no es el conveniente para sus ciclistas porque en todo el año ha tenido (no queda ninguno más) 4 días de competición en Euskal Herria, otros 19 en pruebas españolas y el resto se lo ha tenido que buscar en Portugal y, sobre todo, en el calendario francés. Eso obliga en la mayoría de los casos a desplazamientos en coche de 1.000 kilómetros (y otros 1.000 de vuelta), para correr pruebas de un día que nunca se han adaptado a los ciclistas vascos, que siempre han destacado en pruebas por etapas con media y alta montaña. Con el costo de esos desplazamientos, que se comen parte del presupuesto…

Pero para mí el debate no debe ser éste, sino la necesidad de tener un equipo profesional continental vasco, lo que permitiría no solo correr Volta, Euskal Herriko Itzulia, clásica y Vuelta –35 días de competición con los World Tour sin apenas desplazamientos–, también facilita correr y,en mejores condiciones, otras pruebas por etapas. 

Pero no es un tema de calendario, sino de presupuesto. El ciclismo actual obliga a concentraciones en altura para poder competir y tener al menos un par de líderes capacitados para ganar carreras y para eso es necesario tener más dinero.

Caja Rural RGA ha ofrecido a sus corredores este año un calendario ideal, concentraciones en altura y cuatro líderes que han pasado por los equipos de la Fundación Euskadi –Omar Fraile, Amets Txurruka, Pello Bilbao y Carlos Barbero–, que han logrado 12 de las 16 victorias del equipo.

La diferencia radica en tener un presupuesto de 300.000-500.000 euros de un continental y los dos millones de euros de un profesional continental que pueda competir con un buen calendario, en buenas condiciones, con posibilidad de concentrarse en altura como los World Tour, y con corredores que puedan disputar las carreras.

Solo hay una manera de llegar a ese presupuesto para formar un equipo vasco en la segunda categoría, la misma que permitió crecer y llegar a la élite ciclista al Euskaltel Euskadi, el apoyo de las instituciones. Entre el Gobierno Vasco y las Diputaciones de Bizkaia y Gipuzkoa aportaron durante años 2,7 millones, 900.000 cada institución, al equipo naranja. Ahora con 1,5 millones de las instituciones y teniendo en cuenta que el PNV no solo gobierna en esas tres, también en Araba y en Nafarroa con Geroa Bai, se podría tener un equipo vasco.

Muchos se escandalizan porque se pida ese dinero de las instituciones en plena crisis para tener un equipo continental profesional vasco, pero basta compararlo con la Orquesta Sinbfónica de Euskadi. Tiene un presupuesto de 10 millones de euros, de los que más del 80% lo aporta el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco, y nadie lo critica.

¿Por qué se pueden aportar más de ocho millones a la OSE y no 1,5-2 entre todas las instituciones a un equipo ciclista? ¿Por qué a un equipo ciclista y no a otro de otra modalidad deportiva?

El éxito de Euskaltel Euskadi justifica una inversión de esas características en un equipo ciclista porque ha dado a conocer este país en todo el mundo. Pero además es el único en el que se puede competir a nivel internacional como una selección nacional, una demanda que comparte la mayoría de la sociedad vasca.

El ciclismo es el único deporte en el que juntando a los mejores vascos se podría competir en la mejor liga del mundo. Ahora es utópico pensar en un equipo World Tour con los mejores vascos, porque el presupuesto sería altísimo y los ciclistas tienen contratos altos con equipos de la máxima categoría, pero sí en un conjunto en la segunda categoría.

El ejemplo del Caja Rural y las victorias de Víctor de la Parte demuestran que solo con los corredores vascos que no están en el World Tour y otro formado en la cantera vasca como Carlos Barbero se podría tener un equipo competitivo en la segunda categoría que además diera la posibilidad de competir en la élite a los mejores ciclistas del Murias Taldea, de la Fundación Euskadi, y de otros equipos aficionados como Baqué o Ampo que han realizado una gran temporada. 

Pero además un equipo ciclista vasco ha sido lo único que ha unido a una sociedad vasca dividida no solo por provincialismos, también por la política y por sus consecuencias. Por eso choca que el PNV impulse justamente el provincialismo, que haya impulsado por ejemplo de manera artificial un equipo de baloncesto en cada territorio sin jugadores vascos y sin una demanda social y haya dejado de apoyar al único conjunto que aglutinaba a la sociedad vasca y que arrastraba millares de aficionados vascos a los Pirineos vestidos de naranja. 

Y choca en la misma medida que Kutxabank sea el patrocinador principal del Athletic y el segundo de la Real, clubes que están sobrados económicamente, y no apoye un proyecto integrador después de su fusión. O que Euskadiko Kutxa patrocine al equipo de baloncesto que juega en Gasteiz mientras sufrían económicamente los que tienen su sede en Bilbo o Donostia. Y el presupuesto más bajo de los tres, el del GBC, sin patrocinador, fue la pasada temporada de 2,5 millones de euros.

Por eso, en lugar de darnos por satisfechos con tener un equipo continental con un bajo presupuesto y un pobre calendario, todos deberíamos unirnos en exigir hasta que se consiga la creación de un equipo profesional ciclista vasco en la segunda categoría. No solo los amantes del ciclismo, también todos los vascos que queremos que haya algo que nos una. 

Pero para ello es fundamental lo más difícil, la unión entre los políticos nacionalistas y entre todos los que forman el ciclismo vasco y que todos tengan claro que la prioridad es tener un equipo profesional continental vasco, por encima incluso de las carreras. 

Porque el presidente de la Federación Vasca, José Luis Arrieta, es también el máximo responsable de la entidad organizadora de la Itzulia y de la clásica e igual es necesario sacrificar la segunda, que ahora se ha quedado también sin el patrocinio de Kutxa y sobrevive solo con las instituciones, para concentrar todas las energías y el dinero en el equipo vasco, que es lo más necesario, y la Itzulia.


E igualmente es necesario que se impulse un único equipo vasco en la segunda categria por encima de las personas. Lo importante no es que lo dirija una u otra persona, que tenga bicicletas Orbea o BH, que la sede esté en Bilbo o en Arratia.

Fotos del doblete de la Fundación de Euskadi con Iturria y Aristi en Toledo de Dani Sánchez y de Ion Ander Insausti en el podio de Cholet de Murias Taldea.